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LOS ANGELES DEL ARROYO 715
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En esto las mujeres son intransigentes. Peto, en fin,
Veinticuatro o treinta horas pronto pasan, y hacía: unas
treinta y seis horas que Arturo y Marieta no se veían,
Cuando llamaban a la puerta del gabinetito. de recibo de
las habitaciones que ocupaban Clara y Marieta en el hotel
de la Paix, en el piso principal, inmediatas al gran come-
dor del hotel,
E
—Oracias a Dios que se le ve a usted el pelo, amigo
Vizconde— dijo Clara tendiéndole la mano—. Eso me
decía Marieta.
Yo creo que nuestro compañero de viaje ha hecho lo
Que los huéspedes de una fonda en el comedor: Comida
€cha, compañía deshecha...
—¿Tan voluble y olvidadizo me juzgan ustedes, ami-
8as mías?
—Es usted hombre, vizconde; y con esto no hay que
€clr más,
—¿Es decir que a la fuerza tenemos que salir todos los
qe nos vestimos por los pies como si fuéramos hechos
Nel mismo mo!de?
—BÍl ¡Si será usted una excepción...|
y Y de las más honrosas, duquesa.
T ¡Quisiera yo ver eso! ¿A ti qué te parece, Marieta?
YO soy más justa que tú y no puedo medir a todos
de mismo rasero, y menos al vizconde... que todavía
Cómo se le mide.
TA varas...
Ea