Full text: Tomo segundo (002)

LOS ÁNGELES DEL ARROYO 771 
Tevolcarse en la alfombra, como antaño se revolcaban éh . 
el polvo de la Pradera del Corregidor y tomando el sol 
En el Campo del Moro, que pertenecía entonces al pue- 
blo de Madrid. 
—Pues en aquel hotel, donde quince días antes ocu- 
'ría esto, hallábanse instaladas Clara y su ahijada María 
de los Goltos. 
Al desaparecer del Hotel de la Paix, no ya cansadas 
Sino hartas de visitas de curiosos imbéciles, gratificaron 
dien a todos los camareros, encargando que a nadie, ex- 
Sépto al cartero, dijeran dónde se trasladaban, 
al preciso cortar por lo sano para poder vivir con 
q 
- Wanquilidad e independencia. 
¿Cómo podría resistirse aquel entrar y salir de gentes 
desde las doce del día hasta las doce de la noche? 
o Se había acabado aquello y recibirían a personas se- 
Maladas y a horas señaladas, y en días señalados, y por 
tiempo señalado; porque había hombre de Dios que se 
Da de tertulia a las doce «al saloncito de la duquesa» o 
“la peña de la duquesa», que hubo quien llamó aquel 
Saloncito de la fonda que había quedado excluido por to- 
0S los huéspedes para recibir sus visitas, por estar aca- 
Parado por las de la duquesa o más bien de María y 
“quel individuo salía para ir a comer y no volvia hasta las
	        
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