LOS ÁNGELES DEL ARROYO T7YN
Dudar que entre ellos existía algo más que amistad,
€ra imposible; pero ni Arturo se declaraba a ella, ni ella
Parecía tener prisa para que se declarase Arturo,
Marieta era una naturaleza excepcional, como su ca-
Fácter, tal vez formado a propósito por contraposición a
la profesión que había ejercido.
Habíase propuesto dominar al arte y que el arte no
la dominase, y había parecido moldeado su corazón en
forma que no se dejaba dominar por el sentimiento, sino
Que él lo dominase.
Quizá esto fuese resultado de su primera educación
artística,
Va la hemos visto acabada de salir del escenario des-
Pués de una lúgubre escena de muerte, en la que la niña,
Estaba inimitable, ponerse a jugar al aro o a las muñecas
Somo si hubiera estado recitando las coplas de Calaínos.
De niña no sintiólnunca lo que representaba.
-Reía y lloraba con la misma facilidad que expresaba
lodos los sentimientos del corazón.
Y así siguió siendo de mujer.
Y así decía, y con razón:
—Si yo hubiese sentido y me hubiese poseído de mi
Papel, a estas Esras no existiría, porque hubiera roto to-
das las fibras de mi corazón.
Y aquel arte que había tenido para dominar el sen'i-
miento y convertirse en inimitable autómata, había dado
Cierta frialdad a su carácter, que no era «insensible, pero
Que no se exacerbaba por nada, ni por nada mostraba, ve-
“mencia.
Nunca se la conoció irritada ni alegre en demasía,