786 LOS ANGELES DEL ARROYO
Enrique no estaba exento de estas preocupaciones, Y
se preguntaba:
¿Pero es digna completamente de que yo la amé
hasta el punto de darla mi nombre?
Aquella visita diaria del vizconde, a la hora en que ná:
díe solía parecer por el hotel de la calle de Fortuny, ef
muy sospechosa,
Y, sin embargo, cuando Enrique preguntaba a Clará,
afectando la mayor indiferencia posible, si se habían for-
malizado ya las relaciones que parecían iniciadas desde el
viaje de París a Madrid, Clara le aseguraba que no exis"
tían todavia relaciones serias entre Marieta y el vizconde:
—Yo, por supueslo—decíale Clara—, sospecho lo qué
hay en esto.
—¿Qué sospechas? —le preguntó Enrique con el Mé
yor interés. de
—Pues sospecho que el vizconde cuenta con la decidi
da oposición por parte de su familia.
Pero creo que el vizconde no tendrá necesidad de $
familia...