Full text: Tomo segundo (002)

LOS ANGELES DEL ARROYO 807 
Hizolo así después de las doce y de haber visto 
alejarse a Arturo por la Castellana. 
A 
Al regresar de su paseo, que daba lentamente siem- 
Ple (todavía le molestaba la gota, aunque no como en 
Fi invierno, que se le exacerbaba la dolencia), bajaba 
POr el paseo del Obelisco, y recordando que había 
Yido decir a Irene y a Elena que la duquesa de la So- 
Tora y la Golfini vivían a espaldas de su hotel, miró sin 
Prevención alguna hacia la calle de Fortuny y se detu- 
Y asombrado al reconocer a lo lejos el tílburi, la yegua 
Mglesa y el «groom» de su hijo Arturo. 
—¡Calla! ¿Arturo en casa de esas mujeres a estas 
horas ¡Si no hace un cuarto de hora que salió del ho- 
acia la Castellana ! 
O quiso, sin embargo, pasar de la bocacalle, aun- 
3 We el «groom» estaba durmiendo sentado en el pes- 
pte, por si Arturo salía de pronto del hotelito o le 
"la pasar a través de los cristales de alguna de las 
Vtanas del hotel. 
3 ljóse bien en los detalles de los arreos del caballo 
"a el carruaje, hasta quedar bien persuadido de que 
e nO se equivocaba y que aquel era el carruaje de Arturo. 
| Entró en su casa meditabundo. 
ta hombre el duque poco comunicativo en su casa 
Mada dijo a doña Irene del descubrimiento hecho, y 
e menos a Elena, cuya pasión por su hermano 
e A en ceguedad, y el duque se proponía hacer sus 
¡guaciones sin participarlo a nadie. 
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