jugaba sus ojos enrojecidos e hinchados por el llanto.
señor ya viejo, muy bien vestido. y que ha de haber sido
- vida—contestó María, saliendo del gabinete hacia la sala.
916 LOS ÁNGRLES DEL ARROYO
a
—¿Quién será? preguntó, Clara en tanto que María en-
—No le conozco, sfñora— repuso la doncella. Es un
muy guapo.
Encogióse de hombros María, y dijo a Nieves:
—Hazle pasar a la sala. e
—¿Será algún empresario de Madrid que vendrá a ha- |
certe proposiciones? —preguntó Clara. 3
—Soría en vano, porque es preciso, absolutamente pre- '
ciso que yo me aleje de Madrid para no echar por tierra
en una hora de olvido, toda la historia intachable de mi