LOS ANGELES. DEL ARROY
Y... él...
¡Ele ¿Quién es él?
Mi hij |
du hijo de usted es muy pobre para hacer tan largo
Viaje como nosotras: hoy nos enseñó su cartera que con-
tenía treinta duros.
—¿Dónde van ustedes
—Ahora, a Italia; después, a América. Vuelvo al teatro.
—Pero Arturo
—¡Ahl... se quedará en Madrid... en su buhardilla...
»
—Pero eso es imposible,
— ¡Imposible! Y ¿por qué, señor duque? Entonces es
que no ha conocido usted hombres con dignidad o no
Cree usted capaz a su hijo de tenerla.
F
—Eso no es dignidad, es terquedad, testarudez. Nadie
le ha echado de mi casa.
—Usted.
—¡Yo!
—SÍ, señor, usted... ¿Qué quería usted que hiciese des-
Púés de oirse decir por su padre que era allí inferior al
último criado, puesto que éstos poseen su salario que ga-
lan, mientras él no poseía nada sino /o que usted quisie-
Ya darle? :
¿No fué eso lo que usted le dijo? Pues ya es más dig-
NO que era, puesto que ya gana... cuatro pesetas en ocho
Otas de trabajo.
—¡Ohl eso no puede ser,
—Pues ya ve usted si puede ser..
—Pero no podrá seguir siéndolo,
Tomo II