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Capítulo XI 
EL CUERPO DEL DELITO 
anrique, o sea el otro agente que 
acompañaba a Manuel Aracil, al ver 
que éste tenía que apoyarse en una 
esquina de la mesa para no caer al 
suelo desplomado, sacó su revólver 
y apuntó con él al pecho de Milano 
Tartarescu. 
— ¡Brazos en alto!—le “intimó-, 
¡Brazos en alto o te meto una bala entre las sienes! 
El encantador de serpientes levantó los brazos y retrocedió 
poco, quedándose con la mirada fija en los ojos de Manrique. 
con la palma de la mano en la frente, se serenó y lanzándose 
sobre el encantador le derribó. 
—¡Quieto!—le dijo—, ¡Quieto o te mato, 
Milano, al verse dominado, trató de luchar. azarrándose a 
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Este no tardó en quedar aturdido; pero Manuel, dándose .
	        
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