LA LEY DEL AMOR 1041
El gato, que pareció entenderle, quedóse inmovil encima
de la mesa. No podía huir por no tener franca la salida.
Algo más de una hora transcurrió sin que se moviese el
animal. Miraba al agente con sus ojos enigmáticos, pero sin
hacer el más leve imovimiento ni lanzar un solo maullido de
dolor. Adrián decidió esperar otra hora con la espalda apo-
yada en el tragaluz,
Y la hora transcurrió, y el animal continuó sin moverse.
De haber contenido aleún veneno la comida u el agua, ya ha-
bría muerto,
“Bien—susurró el agente, que ya hacía rato que sentía los
sufrimientos de la sed y las dentelladas del hambre—, Comeró
y beberé de lo que me han dejado.”
Aún esperó un cuarto de hora, y más hubiera esperado;
pero el tormento de la sed le decidió,
Y cogiendo el cántaro lo colocó encima de la mesa, y arro»
dillándose bebió con avidez, :
“¡Qué mala es la sed!—se dijo—. Saciemos ahora' el ham-
bre,” |
Y abriendo el pau introdujo la reseca tortilla.
Como no había comido desde el día anterior, devoró la
mayor parte de los víveres que le habían dejado, El gato le
miraba como si esperase algo, que al terminar recibió sobre la
dura piedra. ,
Acto seguido el agente guardó lo sobrante en el cajón de
la mesa y apagó la linterna. Sintió como el gato se marchaba
por el tragaluz.
“¿Qué pensarán hacer conmigo?—se preguntó—. ¿Cuán-
] ,
LO tienpo me tenaran encerrado en esta Mazmorra 4
Y en un estado seminconsejente, se durmió con los brazos
La Lev del Amor - Folletín. Cuad, 84