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104 LAURO LAURI 
Muy bien, señor. Registraré hasta en la caja de caudales, 
donde tiene encerrado el pate ; 
Y haciendo un respetuoso saludo a don Miguel, salió de 
la estancia seguido de Manrique. 
» Un taxi les llevó al' P aseo de Santa María de la Cabeza, no 
tardando en penetrar en la casa de Milano, que estaba custo- 
diada por una pareja de la Benemérita. 
Aparte de Josefina, el encantador de serpientes tenía ótra 
criada, una Muchacha de unos quince años, y ella fué la que 
les guió por todas las habitaciones. , 
No quedó un mueble que no fuera registrado. El despacho, 
donde-se hallaba la caja de caudales, quedóse»paya el final del 
registro. 
En un pequeño cuarto hallaron dos jaulas que guardaban 
erpientes que Milano hacía bailar sobre una sábana en la 
Puerta de Atocha, 
4l entrar Manuel y Manrique los reptiles lanzaron agudos 
silbidos. 
Eran serpientes que tenían la cabeza achatada y medían 
dos metros. 
Aquellos reptiles, según les dijo la doncella, no hacían 
nada, pero su aspecto no tenía nada de tranquilizador. 
—Muchos días don Milano las suelta para que se muevan y 
recorran toda la casa. Hace poco una de ellas:se metió en mi 
alcoba y se ocultó entre el colchón y el somier. 
Interrogaron a la doncella, pero ésta les dijo lo mismo que 
les había dicho Josefina. 
Mi señor no es un ladrón y se gana la vida honradamente 
Bras alhajas que tiene en la eaja de caudales las heredó de su 
abuelo, Además, él compra y vende brillantes, perlas y esme- 
raldas.
	        
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