VAURO LA 121
la gitana
, f o 9)
yl verme tan mal trajeado?
¡Qué alegro le pa-
musitó-=5 pero. ¿Se
dd acerecurnao al
“Asi podré
dignará escucharmo :
Muy pronto encontróse en plena callo.
cose Madrid! ¡Qué hermosas Sus ¿ os! Entró enel cafó
mogló INLAQPIO: ¡(Qué Hermosas ús mujeres! Jóntro en, 01 curo
de San Isidro y pid
señor un: par
16 el almuerzo.
—¿Quiere el de huevos y «Un filote?—lo pre-
inmulaudo el acento pare que
, Trácmo lo gue
ountó.
£eme lo que QUICIAa; dijo's
su trajo de alcarreño-
HN
no llamara la atención
quieras, pero, no Me cobres mucho.
Mucho más barato que en cualquier otro lado, No quedará
usted descontento del café de 5
an Isidro.
Apartóss de la mesa y minutos después servía el almuerzo
a doñ' Juan.
ste pari ¡ió las tostadas y mojó £L la yema de uno de los
huevos.
“¿Me rocibirá, ayavillas?”, preguntábase 4 ada 1n8-
tarte.
Hallábase abismado en este pels
o baturro y con unas a
uniento cuando vió quo
un hombre con tipo d lforjas se sentaba
frente a él,
le saludó.
-—Buenas vardes E
a su padre bajo aquel traje
¡Ah! exclamó al reconocer;
de aragonés, ,
-—No te asombres y llámame tío Matias. Xo 6 llamaré Blas.
repuso su hijo, mirando con re-
——Aquí no podemos hablar-
—. Salgamos cuanto
colo a los que $e hallaban cerca de ellos
anles:
No tardó en acabar ton su Comida; mientras «el $10 Ma-
e había una, copa de anís del Mono. Al terminar llamó
sar el importe de la cónsyumi-
Las
al eamarero., y
después de abor