Full text: [1] (1)

118 : LAURO LAURI 
Y quizá hasta diga que sy el ladrón: Me puéde llamar lo 
que quiera el álma mía. 
* 
Don Manuel miró el reloj y vió que ya era hora de ponerle 
: e Pr Y 0 
la:segunda inyección a Marilin 
pd 
Al sentir el pinchazo despertó de su amodorramiento so= 
porífico y-miró:al doctor con los ojos muy abiertos, 
—Tú-—dijo. con cierta amdrgura—, tú habías dé ser el que 
me hiciera daño, 
—¿Qué dice ?—inquirió el mejicano, que no perdía tuna sí= 
laba delas que salían de los labios de su esposa. 
Esta seguía hablando con cierta incoherencia; 
—Me ha hecho tacho daño, mucho... Tú'-no sabes el daño 
que mé ha hecho ese hombre. 
MaJaespina le cogió una mano y la hésó apasionadamente; 
—¡No te muevas tú, vida mía! ¡Ay, si yó pudiera arrancar- 
te ese 'mal que te abrasa! 
Marilina no le escuchaba, y nuevamente quedó amodo- 
rrada. 
—¿No mejora ?—preguntó don Alvaro con gran ansiedad. 
Aún es muy pronto—repuso Aracil. 
Malaespina le invitó a sentarse nuevamente junto al lecho 
de su esposa y ordenó a la doncella que le sirviera un ponche 
hecho con dos huevos, dos cucharadas de azúcar y uña copa de 
vino de Jerez, El se negó a tomar alimento. 
—No tomaré nada mientras mi esposa esté como está. 
—lisa inyección la hará dormir hasta el mediodía. Entonces 
tomará una medicina que le servirá de alimento y de desin- 
fección. 
—Muy bién. Ahora puede usted pasar a mi alcoba y dormir 
hasta que se lé necesite, 
—No. Mientras sú esposa duerme yo marcharé a mi casa, y 
a las ocho de la mañana vendrá un hermano mío.
	        
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