Full text: [1] (1)

124 y LAURO LAURI 
—No me parece mala idea. ¿Qué hora mejor que esta para 
verla despacio? . 
—No hay. otra—terminó diciendo Miguelito. 
Aseguraron la puerta de la calle, y Miguelito, después, de 
éncender una linterna; entró en la cocina seguido de los: dos 
enmascarados y del “Emperaor”, que era uno de sus mejores 
amigos. 
En la cocina había una puerta que daba acceso al corral, 
y de éste pasaron'a la'cuadra, donde Miguel tenía la jaca que 
había comprado 4 Navarro. 
Debajo de uno de los pesebres había'una puerta muy: bien 
disimulada. 
Miguelito abrió la puerta y, agachándose, penetró en la 
cueva, a la que se bajaba por una escalerilla de madera que, 
a juzgar por su estado, debía tener más de dos siglos, 
Al resplandor de la linterna huyó un murciélago, azotando ' 
el rostro del gitano con sus alas de diablillo, 
-—Mucho cuidado con resbalar—advirtió Miguel a. sus acom- 
pañantes, 
—'¡ Adelante!—dijo el misterioso jefe—. Nosotros no resbas 
lamos fácilmente, pór muy húmedo que esté el terreno. 
Miguelito le miró y se fijó que tanto el jefe.como. su mig- 
terioso: compañero empuñaban un revólver. 
“¿Irán a matarme estos tíos, o tendrán miedo que les mate 
yo? Bien tranquilos pueden ir.” 
La cueva estaba dividida en varias galerías, que Faacása en 
la del centro, que erala más ancha y de cuya alta bóveda caían 
afounas gotas de agua, 
—La, recorreremos toda y por último les enseñaré el cuarto 
que tengo para alojar a los amigos. - 
-—( Quiero que nos enseñes la otra salida-—ordenóle el jefe con 
cierta sequedad,
	        
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