LAURO LAURI
iy por
Muy pronto llegaron al benéfico establecimiento, 'ingre-
sando Malacspina en una sala de distinguidos.
Manrique le dejó alí, y subiendo de nuevo al coche ordenó
al chófer que le llevase a la Quinta de la Fe.
“Quiero tranquilizar a esa señora y al mismo tiempo ver
ei me da algunos datos que necesito.”
Minutos después el coche se detenía frente a la puerta de
la quinta.
Manrique saltó a tierra, y entrando por la puerta prinel-
nal solicitó hablar con Marilina.
Instantés después se hallaba frente a ella.
Fubo un silencio embarazoso. Marilina esperaba que el
A
avonto lo dijera el motivo de su visita, y este último no se
1 hacerlo.
Al fín rompió el silencio la esposa de don Alvaro,
—¿Qué le ha ocurrido a mi esposo ?—inquirió.
—Nada, señora. Lo que le ha ocurrido a su esposo carec?
de innortancia.
— Ha.sido herido ?—preguntó con angustioso acento,
—Un tiro le ha rozado la piel. No se ponga nerviosa.
—¿Y cómo, si la herida carege de importancia, no ha ve-
nido con ustad?
-—No ha queridohacerlo,
— Y dónde está? Le pido, por lo que más quiera, que m6
diga dónde está y qué es lo que le ha sucedido.
Manrique le contó en la forma en que había sido herido,
y terminó diciéndole que su esposo se hallaba en el hospital
—No ha querido venir ¡a su.easa, pero no porque esté herido
de gravedad. Nada de eso, señora. La herida curará en unos