1286 LAURO LAURI
—No tardaré una hora en transformarlo, haciendo que par
rezca el de otra mujer. :
—No- está mal. Así podrás burlarte de, esc. maldito Mala-
espina.
Y al decir esto sacó una linterna de bolsillo, que encendió. ,
Muy pronto llegaron al estudio, recorriendo las solitarias
y obscuras habitaciones.
Al llegar frente al estudio Manuel abrió la puerta con una
llavecita como la que tenía el mulato.
Todo estaba igual en el cuarto. Don Juan. Manuel encen-
dió el globo esmerilado,
Manuel Jevantó la gasa que cubría el lienzo y se quedó
contemplando su obra de arte,
—Me da mucha pena destruirla, pero,no quiero que esa mu-
jer sufra por mi causa.
Y cogiendo un pincel lo mojó en un color de la paleta y
se sentó en una silla de mimbre;;.
Te dejo pintando—dijo don Manuel—, Mientras tú pin-
las yo me voy a pasear por todala casa y a darle. un recado
a Jeromo.
Yo también quiero hablar con él. No lo llames hasta que
yo termine de pintar.
—Muy bien. Dontro de una hara me teridrás aquí.
Y salió. Manuel empezó a pasar el pincel porel rostro de
Marilina.
En un momento los ojos azules se trocaron en negros y
lá blancura de la mejillas adquirió un tinte rosado. Todo el
rostro se transformó, y a la media hora ya no era el mismo.
Bonito, sí, pero menos espiritual,
“Arveglado—monologó Manuel—. Si vuelye por aquí sal-
drá en la creoncia de que sufrió un engaño,”