Full text: [1] (1)

1286 LAURO LAURI 
—No tardaré una hora en transformarlo, haciendo que par 
rezca el de otra mujer. : 
—No- está mal. Así podrás burlarte de, esc. maldito Mala- 
espina. 
Y al decir esto sacó una linterna de bolsillo, que encendió. , 
Muy pronto llegaron al estudio, recorriendo las solitarias 
y obscuras habitaciones. 
Al llegar frente al estudio Manuel abrió la puerta con una 
llavecita como la que tenía el mulato. 
Todo estaba igual en el cuarto. Don Juan. Manuel encen- 
dió el globo esmerilado, 
Manuel Jevantó la gasa que cubría el lienzo y se quedó 
contemplando su obra de arte, 
—Me da mucha pena destruirla, pero,no quiero que esa mu- 
jer sufra por mi causa. 
Y cogiendo un pincel lo mojó en un color de la paleta y 
se sentó en una silla de mimbre;;. 
Te dejo pintando—dijo don Manuel—, Mientras tú pin- 
las yo me voy a pasear por todala casa y a darle. un recado 
a Jeromo. 
Yo también quiero hablar con él. No lo llames hasta que 
yo termine de pintar. 
—Muy bien. Dontro de una hara me teridrás aquí. 
Y salió. Manuel empezó a pasar el pincel porel rostro de 
Marilina. 
En un momento los ojos azules se trocaron en negros y 
lá blancura de la mejillas adquirió un tinte rosado. Todo el 
rostro se transformó, y a la media hora ya no era el mismo. 
Bonito, sí, pero menos espiritual, 
“Arveglado—monologó Manuel—. Si vuelye por aquí sal- 
drá en la creoncia de que sufrió un engaño,”
	        
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