Á
1301
LA LEY DEL AMOR
Y Mercedes, que quería a Manolito como su propia ma-
dre, acercóse a la caseta del perro y arrojó a' éste el pedazo 019
db: El animal lo devoró en un instante.
“No me han visto los jardineros”, musitó, dirigiéndose a la
casa con el mismo terror que si acabara de asesinar a Un sér
humano, !
Marilina le dirigió una mirada interrogante,
—¿Qué ha pasado?—le preguntó.
—Aún no sé nada, pero el perro se ha comido el pedazo. de
tocino. Si es un tóxico, no tardará en morir.
—¿Qué tiempo crees que podrá tardar? —musitó Marilina,
impaciente.
No lo sé. Bajaré dentro de una hora y veré si está muerto.
Marilina entró en la alcoba de su esposo, que ya había
despertado, y. se puso.a hablar con él.
—¿Vas a levantarte hoy?
No. Hoy siento frío. Ya no me levantaré hasta mañana.
—¿ Quieres que to' traiga la comida?
Sí,
Eh seovida—dijo, dirigiéndose a la cocina y ordenando
que preparasen la comida de su esposo y la suya.
Comiéron los dos en 14 alcoba. Marilina se estremecía a
cada instante y miraba con fijeza a su marido. Este se dió
citenta de que le miraba con cierta insistencia.
—¿Qué te pasa, Marilina, que me miras tanto? ¿ Acaso quie-
vos decirme algo y no te atreves? ¿Qué es ello?
Nada, Alvarito. No tengo nada que decirte,
Muy poco más hablaron durante la comida, y Marilina,
tuando una doncella se llevó el servicio, salió del dormitorio.
—¿Y Merceditas?-—preguntó a una de las doncellas—, No
la veo por aquí.