1330 LAURO LAURI
Después de proveerse de dinero se acomodó en el soíá y,
se arropó con dos mantas. Minutos después dormía.
Despertó a eso de las cuatro de la tarde,
“Mo dirigiré a la agencia y compraré el coche que necesi
vara ira El Escorial y a Romanillos.” '
Comió unas galletas mojadas en vino de Jerez y salió a la
valle.
en pronto fué dueño de un magnífico auto, que encerró
en un garaje.
loli cía cuando empezó a rondar la Quinta de la Fe. Al
salir los hortelanos preguntó a uno de ellos;
—¿Me hace el favor de decirme si vive aquí un señor llamado
Alvaro Malaespina?
-—Sí, señor. Aquí vive, pero no sé si está en casa. Hoy no le
he visto en todo el día.
—Al que averigie si está le doy un duro,
Un huertano alejóse apresuradamente, no tardando en re-
presar.
—No están ni don Alvaro, ni su esposa, ni la señorita Mer-
cedes. :
—Muchas gracias, amigo. Tome.
Y le puso en la mano la moneda virecida, alejándose del4
quinte,
“Me dirigiré a Romanillos—pensó—. Quiero que Marilina
se entere del contenido de la carta que me ha mandado su es*
pogo.” y
Y se dirigió al garaje.
Al llegar al mismo sacó el coche y toni el camino qué
conducía al castillo donde tenía a Marilina.
Muy. pronto divisó las achatadas torres y se detuvo en li
puerta del inmucble.. El guarda abrió la puerta y Manuel en-
tró nor el ancho portalón