Full text: [1] (1)

334 LAURO LAUR1 
dalcón y sólo vió las negruras de la noche, Un arre 1110, saru- 
rado del áspero perfume de la jara, la hizo recluirse en $us 
habitaciones, 
“Manuel no vendrá hasta dentro de ocho días. Yo n0 
puedo vivir agí.* 
Y la idea de huir del castillo asaltó su mente. 
“Mi hijo me necesita. Su vida £s antes que la mía.” 
¿Y cómo huir, si no tenía una sola moneda en su bolso 
de mano? 
“ 
Me pondré en la carretera y al chófer del primer coche 
que pase le pediré que me lleve a Madrid. En la quinta tengo 
dinero. 
Maduró $8 plan, 
( tillo. 
y al amanecer estaba resuelta a salir a 
No ercía que Miguelín se opuciera a sus propósito. 
“Todo será que mi es 5poso me mate porque crea que ho 
sido la amanto de Manuel.” 
No tardó en amanecer. Marilina vistióse y se puso si 
abrizo. El recuerdo de $u hijo no se apartaba fe su mente. 
“¿Melo habrá matado? ¿Me lo matará?” 
Y con-esta idea fija on su mente bajó la escalera. En la 
cocina. halló al guarda ttizando la lumbre, Al instante una 
alegro llama alumbró la estancia, ' 
—¡ Hombro; la señorita! ¿Be ha/puesto usted mala? 
A 
—No—repuso Marilina—, Eg « que me aburro de estar suit 
—No permanezca arriba. Aquí, con la Melitona, estará me- 
jor. Hoy: estáaleo: acatar ada. Ayer ge empeñó en ir a por 
un restriado. Nó se puede: con ella. 
—¿Hay muciras bellotas por aquí? 
—Muchas, pero soñ muy amargas. Donde las h hay dulces es 
en el tomillar, junto al camino de Majadahonda. 
—Quizá UY 
tá 
bell Tas y pilló 
acerque por allí. Tengo ganas de dar un paseo 
por el monte,
	        
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