LA LEY DEL AMOR 1363
—Al Hospital del Rey, de Madrid. Alí la dejaré diciendo
Que es cosa mía,
—¿Y no me nombrará a:mí para nada?
—Para nada. Diré que la he sacado de mi casá, y seré creido;
máxime, que en aquel hospital tengo muy buenos amigos.
—¿Y cuándo la sacará usted? ¿Esta noche o mañana?
—Esta misma noche si encuentro alguien que me alquile
Un coche,
—No hace falta alquilarlo teniendo yo uno que es una pre-
ciosidad,
—Muy bien, Usted me lo deja esta noche, y mañana por la
mañana lo tendrá usted aquí.
—Le autorizo para que lo tenga todo el tiempo que lo ne-
Cesite,
¡Mañana lo tendrá usted aquí, porque yo tengo que venir
a El Escorial, donde no puedo tener a mis enfermos desaten-
didos,
-=Lo que usted quiera.
-. Muy poco más hablaron, y mientras el director del no-
tel mandaba a por su coche don Juan vestía a su tía y la en-
Volvía en un amplio albornoz, Blanca Nieves, que seguía con
Wa fiebre alta, no se dió cuenta de nada,
No tardó en aparecer la elevada figura del director en el
Umbral de la puerta de la vecina estancia,
—El coche está en la puerta—dijo—, Sígame por la escalera
de servicio,
Don Juan cogió entre sus brazos a su tía bo siguió al dií
tector por los anchos pasillos del hotel,
Ni un alma les vió al salir ni al subir al coche
—Bien, Hasta mañana, señor director.
Y puso el motor en marcha. En un instante bajó el alta
Cerro y siguió por la carretera de Madrid. No llovía mucho;