1394 LAURO LAURI
—¡ Agua! —oyó murmurar a don Juan Manutl—., ¡Agual
—No hay agua para ti.
Y llevóse la botella a los labios, bebiendo con ansiedad el
agua de Mondáriz que contenía, agua a la que Manuel er
muy aficionado.
“Aquí dejo ésta para cuando la sed vuelva a atormenta!"
me”, dijo para sí.
—¡Agua!—volvió «a pedir el misterioso,
Blanca, después de aplacar la sed que la abrasaba,
acostó de nuevo, pero ya no durmió, Se Jo impedía el insié"
tente lamento del misterioso: “¡Agua!... ¡Agua!...” Poco 4
poco fué apagándose su voz. Había vuelto a quedar aleta!
gado. |
Después del suplicio de la sed la asaltó el tormento del
hambre. Blanca Nieves acordóse de los manjares que habÍs
visto en la maleta. o /
“Hace seis días que no he probado alimento. No creo qU*
$1 como alguna cosa me haga daño”, díjose, animosa.
Y muy despacio, para que no despertase don Juan Manuel
- ge bajó de la cama y llevó a ésta la maleta.
“ Aunque sea un poco, comeré. Estoy desfallecida.”
jares que contenía. y
“Me sentaría mejor este paquete de galletas, pero esto
queso manchego, tan amarillento y aceitoso...”
pezó a masticarlo con ansiedad.
Mientras lo devoraba miraba sin cesar todo lo que co”
tenía la maleta. Allí había, además de las galletas, jamón
salchichón, chicharrones prensados, mermeladas, pastas, mal”
tequila... Entre las botellas, una de vino de Jerez le llamó la
atención, y descorchándola bebió dos buenos tragos.
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Y abrió la maleta, paseando la vista por los diversos man”
Y cogiendo un pedazo de pan se lo llevó a la boca y (M1