1482 LAURO LAURI
—¡Me ha matado!—sollozaba el infeliz.
—Más daño me he hecho yo, amigo mío—le dijo el hún-
garo.
Y le mostró la frente, en la que se había causado una an-
cha herida de la que manaba sangre en abundancia.
El chófer se había sentado en la cuneta y miraba con
incoherencia en torno suyo.
Muy pronto se vieron rodeados por unos soldados del
ecródromo de Getafe, los cuales también atendieron a 105
ocupantes del coche que se había precipitado por el terra”
pién. En su interior yacían una mujer y dos hombres, uno de
os euales tenía las dos piernas horriblemente magulladas.
—i¡Hay que llevarlo en' seguida al Hospital Provincial de
Madrid !—dijo un sargento—. ¡Pero ha de ser inmediatamen-
te, antes que se desangre!
Un coche que pasaba fué detenido y en él condujeron al
herido al hospital,
El mismo sargento le acompañó hasta el mencionado es-
tablecimiento,
Inmediatamente un médico y dos practicantes lo anegte-
piernas los tenía fracturados.
—No tiene un tendón sano—dijo el facultativo—, Hay que
amputarle las dos piernas si queremos salvarle, ¡Pronto!...
¡No hay tiempo que perder! |
No hacemos una descripción detallada de la intervención
quirúrgica en gracia a la sensibilidad de nuestros lectores»
Sólo diremos que la. doble amputación duró más de una hor2-
Terminada la. operación don Alvaro fué trasladado a 12
sala judicial y acostado en una cama, donde quedó como
muerto,