LA LEY DE 
L AMOR 
En aquel momento sonó el timbre de la puerta, haciendo 
fStremecer a Marilina. 
¿Quién : será ?—inquirió al mismo tiempo que se dirigí 
1la puerta, que abrió muy despacio, 
El que llamaba era un caballero elegantemente vestido 
Buenas tardes—la saludó—. Soy un médico del Hospital 
Provincia] y vengo a visitar a don Alvaro Malaespina. 
clado doctor. 
Y por el pasillo le acompañó hasta la alcoba donde estabs 
Ml esposo. 
—¡ Hombre, don Alvaro! ¿Qué tal? ¿Le duelen mucho lai 
tridas? ¡Bah! Hay que tener ánimos. 
Y con una ligereza que llamó la atención de Mariling 
l desató las vendas y dejó al aira las piernas, seccionadas 4 
la altura de las rodillas. 
Marilina hizo. un gesto de horror. ¡Gué mutilación más 
WMantosa! 
El doctor lavó y desinfectó bien las dos heridas, y des: 
és «q de vendarlas con singular habilidad estrechó la dies: 
Ma de don Alvaro y se marchó, 
¿Qué te ha parecido?-—preguntó Malaespina a su esposa 
“Que ha sido una desdicha para ti. 
¿Y por ser ahora un desdichado..:?—inquivió; mirándola 
'n fijeza y amor. 
STe querré más que te he querido 
—O—