1526 LAURO LAURI
con al herido. Este era un hombre mal trajeado y con aspecto
de ser un habitante de la sierra.
—¿Quién es usted?—le dijo don Juan—. ¿Dónde tiene la
herida?
-—En el*cuello, Me la ha causado el lobo que acabo de mas
bar. HE
—¿Ha matado usted un lobo?
—Ahí está muerto.
Don Juan se arrodilló, y no teniendo a mano otra cosa,
vendó la herida. con un pañuelo. Mientras tanto, Miguel se
acercó a una encina y sobre un charco de sangre vió a la loba.
Algo más separado, estaba el macho, que tenía la cabeza des-
trozada.
—-Aguí. se quedan—-dijo el guarda. Mañana los cargaré
en una caballería y los llevaré al pueblo. Ahora prestemos
auxilio al pastor.
Y acudieron al lugar donde yacía el herido, el cual estaba
en un estado semiinconsciente. El doctor, con gran cuidado,
se lo cargó a las espaldas,
-.Agárrese bien—le dijo, mientras tomaba el camino del
castillo seguido de Manuel,
No tardaron en llamar en la puerta con la pesada aldaba.
A] instante abrió la mujer del guarda, la cual estaba alar-
mada por la detonación y la tardanza. Al yer que llevaban
a un hombre herido no pudo reprimir una exclamación de
angustia.
—¿ Quién es ese hombre ?*-—inquirió, mirando con ansiedad
a su marido.
-—Un pastor que, extraviado en el monte, ha sido atacado
por los lobos.
¡Y dónde lo acomodamos?-—inquirió la guardesa mien-