1592 LAURO LAURI
Y en un momento cambió de ropa, imitándole su padre,
al cual se puso unas patillas de boca de hacha que le desfi-
zuraban el rostro completamente.
Don Juan se tiznó la cara de un moreno fuerte y se puso
mas gatas negras.
—¿ Qué te pareco?-—le preguntó a su padre,
—Que podemos estrecharle lá mano. muy tranquilos, al mis
mísimo Adrián Topete.
-—No gastaría yo esa broma.
Muy poco más hablaron, y el misterioso le dijo a su hijo
que al día siguiente les llevarían una casita de madera al Ca-
inino de las Animas.
—Sólo tiene dos habitaciones, pero son más que sufición-:
tes para nosotros dos.
¿Y qué nombre vanos a usar para habitar entre los gi-
tanos?
—Tú te llamarás Juan el “Algabeño”, y yo el señor Juan
José, el “Millonario”. Mañana me entregará un amigo dos
documentaciones falsas, a
—¿NXo has traído nada para tomar un hocado?—inquirió don
Juan, cl cual sentía en el estómago el cosquilleo del hambre
—Si-—repuso su padre,
hi sacó un abultado paquete di uno de los bolsillos del
al MILO,
El mencionado paquete contenía seis bocadillos de jamón
y una botella de vino de mesa. Don Juan Manuel lo repartif
en partes iguales, no tardando en dar buena cuenta de todo
ello.
Como al terminar de cenar eran ya más de las doce, opta-
ron por pasar la velada charlando.
A eso de las seis de le, meñana salieron del subterráneo y