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LAURO
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¿Se lo ha dicho a usted la niña?
A ] fal+ .
-—No ha hecho falta que me lo dijera,
-—¿Quiere usted'que salgamos de una duda? Tú estate quier
-—¿Qué duda es esa?—repuso don Juan, que no quería que el
gitano le achicase. P
Jue ¿04 la niña la que diga a quién quier
Muy bien. Accedo a su proposición.
En marcha, pues.
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Anochecía cuando salieron de la bodega para ir a casa. 08
ALAS ye Y a
Rafael, Don Juan, que llevaba un nudoso bastón en la diestra
golpeaba el suelo cón aire altanero y gitano. Junto a ello%
caminaba el “Uñas Cortas.”
-—¡ Maldito sea un merengue! ¡Y que todo esto sea por una
NO tardaron en llegar''a la puerta de la casita de Rafael.
padre de María Luisa
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-¡Entren los amigos!—-les invitó el
: ujó al “Mal: gorra”
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EN
Y uniendo la acción a las palabras era
y a don Juan.
Entraron juntos en un destartalado portal, donde se ha-
aba la Pepa con todos sus churumbeles. Al entrar los tre$
amigos la “Marquesita” se puso intensamente pálida,
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ps E OA sal de aqui con todos, menos con la nima,
,
—Muy bien, hombre; pero por lo que más quieras no la mal-
y $ A : . y 1-7 1 y |
La “Marquesita” quedóse en el centro de la y estancia y su
hermosos ojos de azabache ee nosahan va] matrvamente el
nermosos ojos de azabache se posaba 21 ernativame nte €
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los dos hombres que la querían.
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— Bien, niña—rompió el Ara Rafael -, Estos dos hom”
bres me han pedido tu
para que sea tu marido