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LALEY DEL AMOR 1681
*-No estés tan neryiosa, Marilina. Mirate en, un espejo y
verás lo pálida que te has puesto. Si pareces una Muerta.
-—Al salir de casa no estaba así.
Liso es lo que me llama la atención —dijo Manuel,
Marilina miróse en un espejo y vió que Aracil no montía.
Hs cierto—musitó.
Entraron en la elegante sala y se sentaron en torno de
Una mesa que estaba desocupada. Manuel pidió dos vosos de
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A
leche y unos “suizos”. Aquello le gustaba mucho a Marilina.
Mientras saboreaban lo pedido hablaron de muchas co-
sas, y ella juró que jamás volvería a la quinta.
"Mañana o pasado mandaré a Mercedes a por mi ropa y
a por todo lo mío. Creo que mi esposo no me lo negará.
—Y en caso de que te lo niegue, se lo reclamas en el terreno
Judicial,
—-Ante todo, pediré la separación en ese terreno, No quiero
vivir bajo la férula de un hombre que ha intentado Mátal a
mi hijo.
Manuel guardó silencio, pero sus ojos brillaron siniestra-
Mente.
Muy poeo más hablaron, saliendo a los pocos minutos de
la Granja: del Henar. Marilina miraba con recelo en torno
Suyo, y todo hombre que pasaba por su lado le producía cierta
inquietud.
Al llegar a casa do doña Rosa y verse en la alcoba de su
hijo se tranquilizó.
Manuel entró en la aleobá y vió que el niño dormía tran-
quilamente.
—Nada tengo que hacer: aquí— dijo—. Mo marcho para que
Vosotras podáis dormir tranquilamente lo que resta de noehe.
Marilina le acompañó-hasta la puerta
La Ley del Amor - Folletín.