1690 LAURO LAURI
y
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— Y si se lo dijera nuestra tía Blanca”
—Me parece una idea excelente.
e
¿Quieres que nos acerquemos ahora mismo a su casa Y
que ella nos aconseje? La tía Blanca nos quiere mucho y n0
se negará a darnos un consejo.
No hablaron más, y se:dirigieron a la calle de la Ballesta,
que era donde vivía Blanca Nieves.
Como su eriada hallábase en el teatro, ella misma abrió la
puérta a sus sobrinos.
AY'vérlos no pudo reprimir una exclamación dé sorpresa.
¡Manuel! ¡Juan!
Y se quedó mirando a éste, que seguía disfrazado de gl"
tano.
—Entrad, queridos míos, y pasemos 'a mi habitación, donde
podremos hablar sin testigos.
¿Entraron juntós en la habitación de Blanca Nieves.
-Sentaos ahí—les dijo su 12, señalándoles un amplio sofá.
Así lo hicieron los dos hermanos. Blanca Nieves se“sentó
en medio de los dos.
¿Qué os trae por aquí? ¿Ha colnetido dlguna trastacá mi
«añor cuñado?
preguntó a sus sobrinos.
Manuel, que. exa. el enterado, le contó, todo loque le había
dicho Marilina, y, Jo, sucedido en. la, Quinta, de la Fe hací2
unos días.
¡Qué hombreymás infame! ¿Haber querido matar a un an”
gelito!
—En bien poto estuvo; pero Dios no lo quiso,
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LL
bo un instante de silencio entre tía y sobrinos. Manuel
pantanos Sen ' Rara
tue el primero en ablar.
—= Qué nos dice de mi padre y de laeltana?
Blanca Nieves hizo un gesto de indiferencia, como si nad
le 'importase lo que veurriese entre ellos