LAURO LAURI
berla herido, por haber querido matar a su hijo!
Y bajó al jardín, arrodillándose a los pies de su esposa.
-—¡Márchate!—Je dijo ella—, ¡Te aborrezeo con toda
mi alma! .
—Marilina mía, estoy arrepentido de lo hecho... ¡Te quie-
to más que a mi vida!
—Y yo quiero a otro hombre .. Al que siempre he ques
tido.
Don Alvaro sintió algo así como si un Jobo le ¡mordiera
las cotrañas,
Y despertó, viendo que por el balcón cutraban los resplan-
dores do la aurora.