1744 LAURO LAUR!
—(Juiero que hable usted con ella y le diga que se ha fijado
en ella su marido,
— Do lo diré,
Y Manuel, que estaba descando hablar con Marilina, la
buscó con la mirada.
No tardó en verla acompañada de las otras modistas Y,
seguida por un moro, que era el mismo que momentos antes
estaba junto a Malaespina.
Manuel, que aún tenía puesto el antifaz, acercóse a ellos
seguido de madáma, la cual no perdía de vista a sus mucha-
chas.
Nuevamente empezó a tocar la orquestina, y entonces
Manuel sacó a bailar a Marilina.
—¡Ah! ¡Eres tú! —dijo, al reconocer en la mirada al hombre
que tanto la quería.
—¿ Te extrañas?
-—No, pero como ayer lo pusiste en duda...
—Me hs escapado.
—-¿Haciéndolo por mí?
—Naturalmente.
—Muy agradecida. Note ercas que eres para mí un inde-
seable.
Manuel, que tenía vista de águila, no tardó en ver que
otra de las modistas les seguía bailando con el moro y que
óste la 1ba hablando muy despacio.
-—Atención, Marilina—la dijo=—. Y] moro que nos sigue 08
gi criado de tu esposo,
—¿“Tejerita”?
-—El mismo. Atención. Mucha atención, que tu marido ya 50
ha fijado en ti.
—¿Que se ha fijado en mí?—inquirió Marilina.
—+$e ha fijado; pero duda, porque te tiens por muerta.