1756 LAURO LAURI
h
—¡Quieta, niña! No toques la guitarra.
t —¡Si no la toco, mamá!
—Buenas noches=saludó don Juan Manuel al entrar en la
salita. >
—Buenas—le contestó el “Meloja"—, ¿Qué se dico cl to-
cayo? .
— ¿Qué quiere usted que diga?
«—Algo, aunque sea dlel tiempo. Nosotros no podemos estar
callados.
—;¡ Hombre! Le diré que ¿qué hace ahí una guitarra encima
de la mesa?
—En esto momento no hace "na, pero si quiere usté que nos
cuente alguna historia, pronto me arrancó por alegrías.
-—Hoy no estoy triste, tocayo. Hablemos un rato y, si usted
tiene sed, que nos suba la muchacha una botellita de manza*
nilla.
No hace falta que se suba. Me he adelantado yo yla he
mandado subir esta mañana.
-—¿No más que una botella?-—le dijo el “Meloja”.
-—Una botella y unas aceitunillas sevillanas, a las que pará
que no las piquen las moscas leg he puesto unas tripitas de
jamón.
—Muy bien hecho.
Maravillas, a la que se la notaba algo nerviosa, puso encir
ma de una silla la guitarra y sobre la mesa un mantelillo, en el
que puso las “sevillanas” y la botella del dorado montilla.
LM eloja” llenó los tres chatos y pinchó en una aceituna
¡Hale! Qué cada uno coja su vasillo pa hacer boca. El jar
món parece que nos está amando a gritos, ¿Qué hace tocayo?
sto no vuelve a la despensa.
Dón Juan Manuel cogió una aceituna y mojóse fos labio*-
—He tomado café hará una hora escasa—arguyó.