1758 LAURO LAURI 
—Muy bien. Dígale a ese “Boni” que actedo a ello y que par 
¿uró la merienda a todos los acompañantes. 
—¡Jo8ú!-=dijo Maravillas, mirando con sorpresh a Juan Ma- 
nucl-—. ¿Tú sabes lo que has dicho? 
-—(Jue me voy a gastar unos billetes ton los míos ¿No te par 
voce bien? 
-—$%8 que en cuanto que se ló diga al “Boni” va «a convidar a 
todos sus hermano», tíos, primos y amigos que tiene en Ma- 
drid. 
—e les lleva al Café de San Millán. Allí caben todos pot 
muchos que south. 
-—No te van a caber ni en la Telefónica, 
mida. ja Ja! 
—No creas que te miento. 
-—No le miente, tocayo —añadió el "Meloja”-—. No le mien- 
te, y le áconsejo que el banquete lo dé en uno de los meren- 
¡ «eros del camino de Carabanchel Bajo. 
—¿Y por qué en uno de esos merenderos? ¿Es que en ellos 
está todo más barato? 
—Muchísimo más. Alí saca usted tres arrobas de vino y $0 
hincha todo el acompañamiento. 
-—Muy poco me parece, 
-—Añadiremos una botella de anís y unas docenillas de mai” 
tecados. 
—Y algo de licores y moscatel. Yo no quiero pasar por bar 
caño. 
—Bien está. 
«No hay más que hablar, tocayo. 
Algo más hablaron, y el gitano tocó unas alegrias y unaf 
tarantas que gustaron mucho a don Juan Manuel, el cual di- 
jo a gu amahte que la dejaría cantar a la. noc) > siguiente. 
——Bien sabía yo que no te negarías—dijo Mevavillas.