1770 LAURO LAUR
—No, mujer, no. Estate tranquila, que no digo nada de tl.
—Bien sé que esto no te divierte.
—Ni ati, aunque me jures de rodillas lo contrario. Para di-
vertirse, en Triana...
Y el “Misterioso” miró indignado a los gitanos, que no
hacían más que vaciar jarros y más jarros de vino.
El camarero se acercó a la mesa que ocupaban y les dio
muy amable:
—¿Quieren que les sirva alguna cosa?
—Nada—repuso el “Boni—. Mándenos a casa unas botellas
de vino de diferentes marcas.
Y a los pocos momentos salían a la calle,