LA LEY DEI AMOR 1777.
=— Aqui está.
Y ya se dirigia a 1a escuna CUAnuo amaron nuevamente
a la puerta de la calle, ¡El muerto, que volvía para asesinar
a Maravillas y a su amante!
-—¡ Madrecita de mi alma! ¡Madrecita de mis entretelas!
-—¡Quietos! —dijo con tono imperativo el “Misterioso”
Quiero ver si a mí me descalabra el duende.
Y abriendo la puerta de la casa salió al corral y de éste
a la calle.
-——¡Hombre!—dijo al ver junto. a la puerta a Milagritos
acompañada de Manolillo el “Uñas Largas” y de la doncella
de Maravillas. Junto a ellas había un taxi.
—¿ Y mi mamá?-—dijo la niña—. ¿Ha pasado algo a mi ma-
maíta?
-—No—expuso Juan Manuel
—¿Dónde está?
-—Aquí, hija mía. No creas que te engaño. Aquí dentro está.
Trae la mano. ]
Milagritos rehusó darlo la mano y agarróse a la de la don-
cella, Ambas le siguieron a través del corral y entraron en la
casita del “Bon1”.,
—¡ Mamá!... ¡ Mamaíta mía! —dijo la niña—. Tú no sabes lo
que he llorado esta.noche. Que te lo diga la doncella...
Maravillas abrazóse a su hija y la besó con amor maternal.
—¡ Hija mía! ¡Hija! ¡Qué mala he sido para ti!
Y se disculpó... Se había puesto muy malo el hermano d.l
“Boni” tras de haber cenado y tenido su poquito de juerga.
Ya se iban a marchar, cuando sonó el “claxon” del auto,
Milagritos, que miraba a todas partes con desconfianza,
tiró de la mano de su madre y la arrastró hasta la puerta.
—¡Anda, mamá! ¡Anda, que el chófer nos espera! No que-
La Ley del Amor . Folletín Cuad, 132