LA LEY DEL AMOR
-——¿Quiere usted que baje y me entere del motivo?
-—No me parece mal,
El mozo bajó y entró en la casa al mismo tiempo que sa-
lían dos modistas que habían velado una hora,
—¿Me hacen el favor, azucenitas del “Jardín de las Tu-
llerías”?
—¡Ja..., ja..., jal—rieron las dos modistillas—, ¿Qué quiere
usted, buen hombre?
—Muy poco... Saber si ha salido ya la señorita Mar
LY
llina..
—¿La maniquí?
—La misma, hermosas mías. Mucho agradeceré que me lo
digan, silo saben.
-—No, señor. No ha salido; pero es que tampoca ha entrado.
Hace días que está enferma. :
—¿Que está enferma? ¿Qué es lo que tiene?
-—Una niña—repuso la más joven de las dos echándose nue-
ramente a reír.
Y, riendo, ge marcharon calle arriba, dejando solo a “Te
jerita”