LA LEY DEL AMOR 1825
-—No hables más de él—le aconsejó, también en el mismo
tono de voz, su madre adoptiva.
Riéronse las dos modistillas del “novelero”.y no tardaron
en marcharse, después de haber besado a Marilina. Doña En-
rigueta también se marchó.
—¿Quién ha llamado antes? —preguntó la esposa de don
Alvaro a Mercedes,
-—Manuel—repuso la interrogada.
—¿Y ya no volverá?
—No tardará una hora en estar aquí. Tranquilízate, Marl-
lina,
—Es que siento algunos dolorcillos y quisiera que me man-
dara algo para ver si se me quitaban,
——Me ha dicho que vendría al anochecer. Quizá no tarde
en llegar,
Algo más de una hora transcurrió, y cuando el día empe-
zaba a declinar llamaron a la puerta. :
—Manuel—dijo doña Rosa.
Manuel entró y tendió una mano a caca una
—¿Qué tal, Marilina?—la interrogó.
—Tengo unos doloreillos que me molestan mucho.
—Que se te irán en' cuanto tomes esta medicina que te voy
a recetar,
Y en un papel escribió unas breves palabras y se lo en-
tregó a doña Rosa.
“Si usted fuera tan amable
—Ahora mismo, hijo mío.
Y con la receta en la mano se marchó a la botica.
Quedaron solos, y Manuel dijo que había estado en la
quinta hablando con Margot, la.cual le informó que don Al-
Varo había salido para Méjico el día anterior,
La Ley del Amor - Folletín. Cuad. 135