"1834 LAURO LAURI
—No se ha estirado mucho—dijo Manuel al yer que no les
daba más que una.
Sonrió. Marilina: y «no «tardó en despedirse Manuel, di-
ciendo que iba a buscar a la mújer que quería eriar,
-—Trácla, si puede ser, mañana.
—(Quizá sí,
Y salió de la casa, no tardando en llegar a la de la calle del
Rollo, cuya puerta le abrió la misma Aurorina,
—Mañana le traerán una niña—le.dijo—. Una niña que es
hija de una señora que está de modelo en una tienda de la
alle de Alcalá.
—¿Y por qué no mella traen hoy y así no parderíamos tiem-
po-!
-—Hoy quiero que lo emplee para equiparse bien de ropa y
demás cosas que le hagan falta.
Y aquella misma tarde salieron Aurorina y el mulato, re=
gresando en un auto al anochecer.
Aurora se probó ante un espejo todo lo que le había man-
dado Manuel que se comprara.
—No me está mal para no habérmelo hecho a la medida.
Efectivamente, le sentaba muy bien, y así se lo dijo Ara-
cil cuando llegó por la noche.
-—Te sienta muy bien, hija mía.
Aurora se sintió dichosa dentro de su desdicha; no asi Ma-
nuel, que sentía a cada momento más acusadora su conciencia,
“Me llevé su hija porque la creí muerta. De haber sabido
que vivía no se la hubiera robado.”
Y su delito no le dejaba dormir, haciéndole que se desper-
tase a cada Instante.
“:Y tú eres el que decían que era: el mejor agente de
Madrid? ¿Y tú eres el famoso Manuel Aracil? ¿Tú el famo-
S0...? ¡Jth..., JA... Jal”
e