A LEY-DEL AMOR 19
ápizó a lavar la herida de la imujer que porsal-
vara Marilina se había buscado élla la muerte. Pronto la
Pe Y AMO
sangre aejó de fur: y
ya.
j
—d1]0, de pronto, él doctor a la don-
¡TA41gá4ME' MÁs ae
celta, queriendo quedarse solo con Marilina.
Margot corrió e arrojar el agua. ensangrentada, y el mé-
dico miró de un modo indefinido a la madre de su hijo.
p faribiría le divo cón un acento lleno de bristeza—, te has
salido 'coh la” tuy4 de ger millónátia pero has destrozado el
alma de un hombre que té quería con amor infinito,
—No me quettÍ alejaste de mí sabiendo
que un ser latía en mis entráña:
4 +
—Me alejé en busca de las riqueza: que tú «mbicionabas;
-— Y me dejaste de escribir a los pocos días... Me cref aban-
donada y me entregué en brazos de otro “amor.
ri
—Te entrevaste el 708 del d
¡1K Imero: no mténtes Justifl.
carte Marilina; A
No necesito justificarme;
¡Muy bien! —añadió Aratil Coti tna tanomenth tronta que
le hizo ponerse más blanco que LMátiid; Nócté justifiques
ante un hombre que no tiene nine derecho sobre 44,
Margot, entrando cón el ápria les hióo guardar silencio,
h ed: Era deb 1] +3 .
El doetor continuó vel lavado de la he rida, taponándola para
evitar la hemorragia.
Mercades | tesmisrrateraroada o km: los se abrf
“LOrCOdes | Segura atetarzada; aunque Sus ojos se abrian
muy 24menudo, mirando. 4 todas. partes con cierta vaguedad
-——¿ Lia tido él el que me a matado?—musitó. :
—¿Quién?=) 1;
¿ 1€ Pregunto el Iméaico,
José... JOY Navarro. Me lo había jurado desde “Africa
Hizo. un. moviMiento nervioso. wadñaei] la imtimó: