Full text: [1] (1)

194 LAURO LAURI + 
-—Un gitano al que don Alvaro, indudablemente, ha podido 
sobornar desde su encierro, 
Y Mercedes, sin darle muchos detalles, para no perder 
tiempo, le contó el relato que Miguelito le había hecho al se- 
ñor Aracil. 
— ¿Y Manuel no estaba en casa? 
—No. Y lo peor es que no estará hasta la noche. 
—¿Y qué hacemos, Mercedes? 
-——¿ Qué quieres que te diga? No me atrevo; no, NO... 
—Aconséjame. 
—Mira: yo, en tu lugar, iría a buscar a tu marido. 
—Íremos, porque tú no me dejarás sola, ya que por haber 
salido muy poco de casa desconozco esa parte de Madrid. . 
—Te acompañaré—dijo Mercedes, aunque no ignoraba a lo 
que se exponían en aquella aventura. 
—Bien. Iremos en un taxi, ya que el auto de mi esposo tar- 
dará mucho en llegar. 
Y Marilina, en unos instantes, se arregló y borró del ros- 
tro las huellas de las lágrimas que a menudo se deslizaban por 
sus altbastrinas mejillas. ] 
Acto seguido salieron a la calle. Mercedes no la abando- 
naba, lo. mismo que cuatro años antes tampoco la abandonó. , 
Un taxi las llevó hasta el Camir.o Altg de San Isidro, y 
Mercedes, como sabía el número, no tardó, en estar con Ma- 
rilina frente a la puerta de la casa del gitano. 
— Aquí me parece que-es. Mira, en la puerta hay un niño, 
Y diciendo esto: Merczdes se acercó? 
—¿Me haces el favor, niño, de decirme sl vive en esta casa 
uns. ? 
lel niño, 
2, 
Ca 
que era el hijo robado de Marilina. 
—¡Manolito! ¡Hijo de mi alma! —exclamaron a un tiempo 
A 
A. 
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