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LA LEY“DEL AMOR - 09
No dijo más y corrió a la puerta, donde sonaba el timbre
de un modo insistente.
El que llamaba eráa' don Juan, que se sorprendió al saber
que su hermano había sido herido por el ladrón misteriosó.
—¿Cómo ha sido ello?—preguntó al entrar en el dormito-
rio. :
Manuel continuaba aletargado y no contestó. Don Juan
le tomó el pulso y notó que la fiebre que tenía era muy ele-
vada.
— (Quisiera ver la herida—manifestó.
Y con el mayor cuidado le quitó el vendaje y observó la
herida que tenía en el hombro.
Al verla hizo un gesto de disgusto y se la volvió a vendar,
sin que Manuel despertara ni hiciera una sola mueca de
dolor.
—Mañana le escayolaréel brazo—dijo—. Así, no: tendré
que llevarlo al hospital.
Se le notaba que estaba muy nervioso. No quiso tomar
nada y se acostó.
“No ha nombrado al señor—dijo Mercedes para Si,
Bien se nota lo que le ha afectado la herida de su hermano.
¡Qué cara la suya! Tenía la blancura del mármol.”
Arregló la ropa de la cama y sentóse junto a ésta en un
sillón.
Contempló al hombre que tanto quería y sintió un agudo
dolor en el corazón. Manuel seguía amando a Marilina.
“No me quiere ni me querrá——meditó=-. Todo sacrificio
será inútil. El Amor tiene una ley que no puede quebrantarla
ni la Muerte
—¡Agua!—pidió el herido de un modo suplicante—. ¡Dame
agua, Marilina!