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LA LEY DEL AMOR 305
“Me ha robado > amor de mi marido-=no paraba de mur-
murar—. Mi esposo no me quiere.”
Muy poco tardó en distinguir el tejadillo rojo de la ca-
sa de la dehesa.
“Allí está con ella”, articuló,
Y de pronto se estremeció al sentir no muy lejana una de-
a a ri
tonación. '
—Habrán tirado a algún conejo o a alguna liebre
Acercábase por momentos a la casa, pero no se veía un
alma en torno de ella.
Mas el auto de su esposo sí estaba. ¿Qué mayor prueba )
de que su esposo estaba allí con la gitana? En su bolso de
mano llevaba un revólver pequeño, regalo de don Alvaro,
Un perro empezó a ladrarle, pero en seguida huyó, des-
apareciendo entre los matorrales. 4
“No sale un alma de la casa ni se ve por la puerta a la y
n ña”, díjose, quedándose a: unos diez metros detenida.
Esperó unos momentos y, como seguían sin salir, acer-
cóse poco a poco al coche, que estaba junto a la fuente. Acto
seguido llanió a la madera de la puerta con los nudillos.
Nada. La casa debía de estar deshabitada, ya que no se
sentía ningún ruido en el interior.
“Bien—meditó—, Esperaré hasta que.regresen. Quizá, ha-
yan salido a merendar.”
. Y abriendo la portezuela del auto se:sentó en los mullidos
almohadones.
“Que vengan cuando quieran,”
Interrumpió su monólogo al sentir nuevamente los ladri-
dos del mastín. Miró a los matorrales y no pudo por menos
de estremecerse al ver tras del animal a un tipo: monstruoso.
La Ley del Amor - Folletín. Cuad. 39