dacspina, llevando en su alma las
hogueras del Infierno, apretó. con
tuerza el acelerador y salió por el en-
mino de herradura, no tardando en *
wa Marilina.
z :
aicaaza
¡Quieta! ¡No te “alejes de míl=
ab 1
eritó don Alvaro,
Ella se detuvo. Temblaba como
la 'inocénte eacela entre 1
1as garras de un león
al ¡Déjame marchar a Madrid
, y tú quédate al lado de tú amante!
-¡(Julero que me escuches, Marilina!
-No quiero estucharte. ¿( Jué vas a decirme que no me-ha-
yas dicho / ¿(Jue me am:
25% ¿Que no quieres a nadie más que
1 84
len, engañada me has tenid
> VEMICOO
ido y te quiero