Full text: [1] (1)

LA LEY DEL AMOR 333 
, 
1abía hecho la pasada noche se fué alejando del centro del a 
dehesa para buscar la salida. No tardaron en hallarse €n un 
tomillar, por el que saltaban las urraca : 
Maravillas había podido coger su bot so de mano, en el que 
guardaba todos sus ahorros, que constituían una suma nada l 
despreciable. 
Todo su anhelo era hallar una carretera para ver si por ella 
pasaba un coche que quisiera llevarlas a M: 
-AMÍ se ve una casita—le dijo a la niña, que se queiaba de 
pincharse en las rodillas con la reseca hierba, 
— ¿Tardaremos mucho en llegar, madre? 
—Anda ligera, hija mía. No te distraigas mirando a todas 
partes. 
Y viendo que la. niña caminaba más despacio que lo que 
ella quería la cogió en brazos y siguió la marcha. 
Acercábanse por momentos a la casa, en cuya puerta vela- 
se una carreta de bueyes cargada de mies. 
Junto a la carreta había un boyero, que se quedó mirando 
con figeza a la gitana, 
Buenos días, buen hombre—le saludó—. ¿Quiere usted lle- 
varme a Madrid en la carreta, abon: ándole lo que sea por. el 
servicio? 
El boyero se quedó un instante silencioso y se rascó en la 
NUCA. 
-—Mire, señora, el caso es que yo no voy a Madrid, sino a 
y Si usted quiere que la lleve a. ese pueblo, así, lo 
haré, Y como allí hay estación de ferrocarril, puede usted sa- 
car Al y tomar el tren. 
—No me parece mal su idea; accedo a ello, 
—Bien. ¿Quiere usted subir a lo alto sola, o le saco una es- 
calerilla? 
—Mucho mejor será lo último. si no le sirve de molestia,
	        
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