Full text: [1] (1)

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344 LAURO LAURI 
Manuel hizo un movimiento de*indiferencia y sacó una 
ganzúa que siempre llevaba consigo, , 
Al cabo de un rato de estar probando a abrir la puerta vió 
que no lo podía conseguir. 
Hizo un violento esfuerzo con un hombro, erujió la. ma- 
dera, pero todo fué.imútil, Además dela llave, habían echado 
el cerrojo, que era grueso y resistente: 
“Tendré que pedir un martillo y derribarla a martilla- 
zos. Todo será que se alarmen hasta en la azotea.” 
Y de nuevo llamó al señor Teodosio, que inmediatamente 
abrió la puerta de su cuarto. 
Señor Teodosio..., ¿tiene usted un martillo o un hacha? 
—Un hacha, sí—contestó el señor Teodosio, entrando en su 
casa y saliendo al instante con la mencionada herramienta, 
—Tome, don Manuel, 
Este la cogió, y levantándola sobre su cabeza la descargó 
con gran fuerza sobre la puerta. Tres golpes más, que sona- 
ron como tres disparos de artillería, la hicieron saltar. 
—He despertado a toda la casa—musitó Aracil, 
Y revólver en mano entró en el recibimiento de su cuarto. 
Muy pronto notó que no lucían las bombillas, y empleó la 
linterna. 
Una por una, recorrió todas las habitaciones, detenién- 
dose en la del matrimonio. 
“No los han. matado—pensó al sentir un fuerte olor a 
étor-—. Sólo están narcotizados. Menos mal” 
Y arriesgándose, entró en-la alcoba con un pañuelo puesto 
en la nariz. 
Hallábanse tendidos en el lecho; pero ninguno de los dos 
estaba muerto. Blas tenía en su rostro una mueca de terror. 
“Indudablemente, que se han asustado”, supuso Aracil. 
Y tranquilo por ellos, se dirigió a la alcoba donde sintió
	        
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