Full text: [1] (1)

5 
A E TA 
ESAS 
380 LAURO LAURI 
Y la noche señalada para devolver al desdichado llegó por 
fin. 
—¿Quiere usted que le traiga una tacita de tila? ¡Está muy 
nervioso, Manuel! 
—¡No quiero nada! ¡Ah, quiero una cosa: que me llames 
de tú! 
—Muchas veces es que no me doy cuenta. Además, no me 
parece bien, sobre todo cuando hay alguien delante. 
Manuel no contestó. Miraba al jardín por los balcones 
abiertos para que entrase el fresco de la noche. 
—¿ Qué miras, Manuel? 
—Nada. Escucho para ver si oigo algo. 
— Al ladrón misterioso no se le siente. ¡Mira como tu her- 
mano, para que no sospechen de él, se ha marchado! 
— ¡Quién puede sospechar de él, si es un hombre que no se 
mete en nada? 
-——Ya sé que quisieras sorprender al ladrón en el momento 
en que deje en la silla al señor. Quizás ya esté oculto entre 
la arboleda y te vea si te asomas al balcón. No vayas a él y 
no te expongas a que te dispare un tiro. 
Y Mercedes le empujó con suavidad, haciéndole sentarse 
en un butacón de los que componían el tresillo. 
—No quiero que te mate—arguyó. 
Manuel hizo una mueca de desdén y miró amorosamente 
a la “madre” de su hijo. 
-—No puedo estarme quieto, Merceditas. Mi sangre no me 
deja: 
—Tu sangre no te quiere bien. 
—Me quiere mucho, y por eso me dice que salga al jardín y 
mate al hombre que es mi sombra, Mírala, mírala proyec- 
rada en el muro... ¡Es él..., el ladrón misterioso!
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.