LA LEY DEL AMOR 425
“Besuguete” le hacían que se asustase con el monótono canto
del mochuelo,
—¡Miau!... ¡Que te coge el mochuelo, “Besuguete”!
—¡Mamá, mira la “Marquesita”!
No tardaron en llamarles para cenar, y los ocho entraron
como una tromba en el portal.
—¡Que a mí me han dado menos queso que a “Machaquito”!
Hubo que reñirles, y así hubo silencio. El “Rubiales” sacó
una hogaza y un conejo escabechado, y lo repartió entre to.
dos ellos, cogiendo solo una tajada.
—¡ Madrecita mía, qué bueno que está este potaje!-—dijo el
“Matita de Clavel”.
Al terminar la cena Mari Pepa quitó el mantel y en dos
habitaciones desamuebladas tendió unos jergones para que
durmiera la “grey infantil. El abuelo durmió en una colcho-
neta puesta sobre un poyo, y ella econ su esposo, en una cama
de madera.
El “Rubiales”. antes de marcharse, entregó al gitano la
escopeta. )
No sé lo que es disparar un tiro—musitó Rafael.
Mari Pepa. le dijo.que aquella vida no era para ella y que
en cuanto entregase el niño o niña a “Maravillas” se mar.
Charía de allí. :
——Ante todo, que no te vea que estás embarazada el señor
Malaespina. Podría sospechar, meternos en la cárcel y. rom-
per sus amores con Maravillas
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