LA LEY, DEL AMOR 443
a ser reconocidos por el médico, del que se contaban curas
maravillosas. Í
ori AE Ss de TEE MIRATE Po fo 2d 1 z A
El que acompañaba a Moisés habló a éste al oído, di-
ciéndole que escuchase y no moviese sus labios para hablar,
—Muy bien—egpuso el impedido.
Y esperó, con los ojos en la puerta para ver cuándo le Jla-
maban.
Mor más da ins hara tardar wr 1ancia Ja hi3
¿4180 más de una hofa tardaron, y cuando ¿0 £1
or el nombh1 dao Tia VÍ ay el Araci]
por e: nombre ae Juan Manuel Aracil,
A noiid 1 al Henar] lel médico ac vañad
¿1010 SOguido paso, al di pacho ael médico acompanado
: ,
del 1671 arqu De
Y y 4 x r Ta! !] J 1 E Y, 1 la Ya
El médico, que se Hamaba don Jacobo Deia le puso
' a z Po
una: silla pera qUe se sentara; y empezó a interrogarle:
—¿Qué le pasa a usted, señor?
—Mire,.. que is impedido de nacimiento... En esta, pierna
sólo tengo
El. doctor Hojeda le hizo desnudarse y. no pudo reprimir
una mueca de Dope al verle los miembros inferiores.
—Este, señor. tiene el euerpo de un muerto. y no. creo que
haya nadie que le eure—arguyó—. Que viva así como está, y
que no pase a es lo. que puede pedir, y... es pedir mucho.
RAT
—No es para que usted lo cure para lo que le he traído —ex-
puso el emisario del marqués,
El doctor le miró de un modo interrogante.
—Entonces, ¿qué desean?
—(Jue extienda un dictamen en el que diga si est
inútil o no. ' s
¿Quién lo duda?
-—Un hombre que dice quele ha
AM
E
"a
£o
153]
=
£o
Os
E
O
A
ya
4
s5
e)
D
_—
O
1
cag noches,
Don Jacobo, Hojeda sonrió.