LA LEY DEL AMOR 455
—¡Tratánte de ganado?—inquirió Mercedes, sin sospechar
que era José Navarro
—No sé de la que será. El gitano parece muy amable.
—¡Y él sabe dónde tiene tu esposo a la gitana?
«No me lo ha dicho; pero si quieres que nos acerqusmos
más tarde quizá mos lo diga.
ps es , da
—Te acompañaré, si tú quierés que te acompañe. Ahora,
que no debemos ir hasta que yo no esté en la calle de San
Bernardo.
—Tremos el día que tú puedas. Ante todo saca al niño de
EP dijo que aquella misma noshe hablaría con Ma-
nuel, y Marilina le rogó que le dejara el niño unos días.
—Te lo dejaré, aunque no sé si le agradará a Manu el.
—¿Me odia con toda su alma, o ad con dolo-
roso acento Marilina. 4
—No; pero o dice que tu marido no mira con buenos ojos al
niño.
—Mi marido no está nunca en casa—arguyó—. Puedes de-
jarlo bien, tranquila.
Mercedes lo dejó, saliendo-de la casa cuando empezaba a
anochecer.
Es Y 30