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LA'LEY DEL
las mejillas de lá esposa de don Alvaro 8 pus 1eron como
dos amapolas.
En aquel momento llamaron a la puerta. y oyóse la voz de
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Mercedes por la parte exterior,
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—¡Abre, M Sail
lamuel no permitió que abriera su hijo y lo hizo él, en-
trando la abn: “ada cdas la cual. quedó muda; de sor-
y A
3] encendidas.
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=—¡ Hermana mia! ¿14u-'por aqui /—-1e dijo—, MO le espe-
Algo había ocurrido entre los dos antiguos novios, Ma-
nuel estaba loco, Miróle con fijeza y le hizo retroceder con
su: mirada,
-—Manuel, debías estar acostado. Aquí no estás bien,
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e acostaré—repuso Du alldemente, dirig éndose a su
dormitorio, donde se acostó,
—¿Qué poder, tienes «sobre él?—le preguntó Marilina, ad-
mirada.
Lu, poder * del amorz mas no el del amor carné 1, sino el del
espiritu, OS el verdadero amor.
¿OQumiá 1] MaGe € Wan E MA E 3 5
-—¿Qué le pasa a Manuel, que parece que está loco?-—in-
quirió la esposa:de: Malaespina,
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—(Jue lo está, amiga mía, s
—¿Manuel, loco? ¡Qué horror!
Mercedes acoreóse-a la puerta de la 'alcoba: de Manuel, y
ió al despacho, in-
viendo a éste acostado y tranquilo se diri
vitando! a Márilinda sentarse a su lado: El niño había cogido
la cajita de turrón y andaba por las habitaciones inmediatas.
Las dos:mujeres habláron Jarramente, y Marilina se enteró
de todo: lo ocurrido en la quinta.
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