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Muy pronto estuvo a tro.
“No creo que me sienta”, dijo:saliendo de la aleoba y diri-
giéendose a la de su. hermano A lanuel.
Tocó la puerta y ésta se abrió muy despacio. El médico
entró y se acercó al lecho, El desdichado loco dormía, y mer-
ced a los tenues resplandores de una bombilla le estuvo exas
minandoreon gran detenimiento.
“Contempló su rostro y le tomó el pulso, notándole' algo
de fiebre.
“No adelanta nada—se dijo—. Tendré que traer otro.més
dico o. apelar la otrosmedios.”
En la mesita: había un vaso con agua y en él vertió una
sota de un frasquito que contenía un líquido incoloro: ;
“Esto le tranquilizará mucho”, pensó.
Y ¡diciendo «estoozalió in dormitorio muy: despacio para
que no le sintiera Mercedes.
Bajá la escalera,
“Tengo que llevarme el dinero poco a poco, Aquí no :estál
bien”, múrmuraba mientras descendía.
Y ya iba.a entraren la sala que servía de recibidor cuan
do se estremeció, volviéndose más pálido que la cera,
Un hombre estaba frente a:él y-le. gpuntaba con, un-te-
vólver de gran tamaño. Aquel hombre era José Navarro.
—¡ Álto!-dea intimó-—. ¡Si da un paso más le abraso: lab
epic
—Baje ústed esa arma—dijo el doctor con acento altane-
ro—. Baj6 esa arma, que se le puede disparar.
Pies busca usted en esta casa?
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Es la , y he venido a ver a mi hermano, que está loco.
Abt “Ts usted el doctor don Juan Aracil?
Ll dismo. ¿Me.tónoce usted ? :
tres veces en la calle de San Bernardo.
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