Full text: [1] (1)

LAURO LAURI 
Muy atenuado, y como un murmullo lejano, oyó hablar a los 
enterrados en la semimazmortra. 
“Hablan muy fuerte—monologó—. Indudablemente, de- 
ben estar muy indignados.” 
No se alteró, y dirigiéndose a otra habitación del piso bajo 
cogió de un cajón Heno de herramientas una barrena de ta- 
: ladrar piedra. 
“Mucha fuerza se necesita para taladrar esta enorme pie- 
e lra, pero no hay otro medio de recobrar el dinero”, musitó, 
A después de quedar un momento indeciso. 
Muy poco duró la indecisión, ya que don Juan era un 
hombre resuelto y decidido. 
“Haré un agujero, por donde, en rollitos, puedan darme 
os billetes”, se dijo. 
Y empezó a taladrar la piédra por el centro. 
El trabajo era rudo y penoso, ya que la piedra era muy 
í gruesa. El doctor adelantaba muy poco en su trabajo, por lo 
que de seguir al mismo vitmo no habría terminado hasta el 
anochecer. 
“Tendré que llamar al Palacio de Justicia. La tardanza 
lel júez muy bien puede extrañar y no sería raro que man- 
dasen a buscarle.” 
Acordóse de que en la puerta de la quinta estaba el coche, 
v esto. aumentó su inquietud. 
“El chófer puede entrar a buscarle y al no verle por aquí 
entrar en sospechas. 
Miró por un balconcillo y vió que el chófer, que era, un 
fijeza. No se dejó ver por él, y va iba a reanudar su trabajo 
cuando oyó el sonido de uma bocina por la otra puerta de la 
quinta,
	        
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